Toma de tierra

Yo me acuerdo que de crío, vivir era sencillo

la mamá lo sabía todo, yo hacía lo que decía

la comida era a las 2, los dibujos a las 6

y los amigos siempre estaban en la calle

no hacía falta ni quedar.

Recuerdo los sabores muy intensos

los limones a bocados con sal y pimentón

el pan con tomate que nos hacía el papá

y los 5 duros de guisantes en su vaina

que compraba en el mercado.

Disfrutaba cada momento, sencillo, cotidiano

los mundialitos de fútbol en la escuela

el olor de la casa al volver de un viaje largo

o ver el sol entrar por mi ventana

mientras leía Zipi y Zape, en la cama, domingo por la mañana.

 

Luego todo se complicó

yo me hice grande, el pueblo se quedó chico

todo me sabía a poco, nada era lo que esperaba

tenía demasiada prisa y la cosas iban tan lentas

inteligente y soberbio, la ciudad era insuficiente

el mundo prometía mucho y aquí me ofrecían poco.

 

Entonces

me puse a dar vueltas, a poner chinchetas en el mapa

a subir selfies a las redes esperando comentarios

de conocidos

y desconocidos.

Errando, buscando, probando

intentando encontrar aquello que satisface, que llena

como el que busca un artículo en una tienda

ejerciendo de consumidor amaestrado

mamarracho–moderno–ciudadano del mundo

miembro de honor de la generación

más preparada de la historia

y de todo el universo.

 

Y un buen día te encuentras, bajo la lluvia

en una taberna de pueblo, sentado a una mesa baja

te atienden lentamente, gente sencilla, afable

te sirven un puchero, humeante

lo miras, lo hueles, lo tocas

y de repente tu mente vuela

al pan con tomate del papá, a los 5 duros de guisantes

a los mundialitos en la escuela, al olor de tu casa 

y en ese momento, te das cuenta

de que la verdad que buscas, que has ansiado

está delante de ti

en un potaje de habichuelas.

 

Masticas el carácter de la tierra

de los frutos que nos regala

de las gentes que la trabajan

y percibes el vínculo eterno

somos dependientes, somos lo que somos

los amigos de la calle, los limones de los huertos

no entres con los pies mojados

vale mamá me quedo fuera

olvidas las imposturas

paladeas un sabor simple, básico

que genera recuerdos potentes y directos

como el sol por tu ventana, los dibujos de las 6

la tortilla de perejil de la abuelita.


Recuerdas quién eres

vuelves a casa.

    

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