Entradas

Mostrando entradas de 2021

Cocido de Pascua.

           La Manoli pica fino el ajo y el perejil, no le gusta encontrarse trozos gordos. Los echa en el bol donde tiene ya la longaniza y el morcón, escurre la leche de la miga que tenía en remojo desde bien temprano, lo mezcla todo y se pone a amasar. Repasa la receta, escrita a bolígrafo en un viejo cuaderno, con bonita caligrafía, elegante. No quiere olvidarse nada. Ha molido la carne de pavo y le ha echado la mezcla de especias de la mamá, el toque secreto. La primera vez que hubo un pavo en su casa era ella muy chica. Fueron a comprarlo al mercado de Llano de Brujas y lo engordaron para la Pascua. Entonces un día el papá le cortó el cuello y la mamá lo peló. Ella se escondió en la caseta del huerto, lloraba, no quería salir. Más mayorcica comprendió que las cosas eran así y empezó a ayudar a la mamá en la cocina. Tanto tiempo juntas. Mira por la ventana hacia el huerto, muy quieta. Una lágrima le resbala por la mejilla, hasta la barbilla, cae en la encimera. Virgen Santa, cómo

Toma de tierra

Yo me acuerdo que de crío, vivir era sencillo la mamá lo sabía todo, yo hacía lo que decía la comida era a las 2, los dibujos a las 6 y los amigos siempre estaban en la calle no hacía falta ni quedar. Recuerdo los sabores muy intensos los limones a bocados con sal y pimentón el pan con tomate que nos hacía el papá y los 5 duros de guisantes en su vaina que compraba en el mercado. Disfrutaba cada momento, sencillo, cotidiano los mundialitos de fútbol en la escuela el olor de la casa al volver de un viaje largo o ver el sol entrar por mi ventana mientras leía Zipi y Zape, en la cama, domingo por la mañana.   Luego todo se complicó yo me hice grande, el pueblo se quedó chico todo me sabía a poco, nada era lo que esperaba tenía demasiada prisa y la cosas iban tan lentas inteligente y soberbio, la ciudad era insuficiente el mundo prometía mucho y aquí me ofrecían poco.   Entonces me puse a dar vueltas, a poner chinchetas en el mapa a subir s

Vidas modernas

Incansablemente a lo largo de la historia el hombre ha creado cual hormiga obrera clanes, comunidades, civilizaciones enteras, en una labor constante y tenaz y tras siglos de esfuerzos guerras, revoluciones y pactos estas sociedades ocupan ya casi toda la superficie de nuestro planeta.   Quizás haya sido ésta nuestra más grande obra hasta ahora, lo más significativo de nuestra especie, nuestra seña de identidad, algo intrínseco a nuestra misma condición humana. Hemos sido capaces de fabricar nuestros propios ecosistemas, paisajes artificiales donde nos sentimos seguros, espacios cívicos en los que comercio y riquezas han florecido, remansos de urbanidad donde en la Antigüedad las artes y el pensamiento aparecieron, nos iluminaron, nos guiaron, permitiéndonos desarrollar todo nuestro potencial.   Un éxito evolutivo, un logro sin duda pero ¿a qué precio lo hemos conseguido? ¿a cuántas cosas hemos renunc

Pérdida

La vida es el constante fluir de todo aquello que nos ocurre, de todo aquello que hacemos, de todo aquello que imaginamos, desde el momento de nuestro nacimiento hasta el de nuestra muerte. Una sucesión frenética de sucesos efímeros sin derecho a una segunda oportunidad, una marcha constante quemando la tierra que dejamos detrás, explorando siempre terreno desconocido, adentrándonos a ciegas en la vasta inmensidad de un futuro que construimos al avanzar.   Y en este progreso sin fin, en este eterno retorno, cada hecho que acaece, cada palabra que escuchamos, cada acción que emprendemos, deja un poso en nosotros, una huella casi imperceptible pero indeleble que va esculpiendo y dando forma a nuestra vida y a nuestra esencia misma.   Momentos que se borran de nuestros recuerdos, pero que no se pierden en el vacío, sino que son el material del que estamos hechos, como gotas de agua en el océano, como grano

Sueños de gloria.

La gloria ha estado siempre reservada para unos pocos elegidos. Guerreros, emperadores, mártires y líderes de masas. Grandes nombres que han esculpido en la historia páginas eternas y cuyas hazañas resuenan hoy con grandiosidad. Pero ¿cómo puede un hombre sencillo, en este siglo, en este país, alcanzar esa inmortalidad? Cuando ya no quedan continentes por descubrir, cuando todas las revoluciones han estallado y fracasado, cuando nuestra sociedad da muestras de decadencia que no tienen vuelta atrás. El postureo ha sustituido a la épica y los jóvenes venden su alma por un efímero me gusta, las ideas ya no cuentan y las palabras huecas suenan grotescas en boca de bufones paniaguados, la deconstrucción de todo lo que somos y conocemos ha puesto nuestro mundo del revés y ha mostrado un trasfondo ridículo, patético, vacío. Hoy en día, es difícil encontrar un camino propio en medio de esta maraña de postverdad, prop