Antropometría
Los Pirineos me rodean insolentes
buscan
el firmamento, desafían a la gravedad
recortan
el horizonte bañados
por
mares de nubes fantasmagóricos
eternos, ya estaban aquí
cuando no existía la vida
y
aquí seguirán cuando estemos extintos
y
otras formas de vida moren sus valles.
Mientras,
nosotros, simios de medio pelo
jugamos
a dominar estas montañas
escalamos,
trepamos, coronamos cimas
nos
soñamos colosos, rivales a su altura
cuando
en realidad ni siquiera notan nuestra existencia
somos
insignificantes, imperceptibles
como
los ácaros que viven en mi alfombra
como
las bacterias que albergan mis intestinos.
Y
abismado, frente a estos gigantes impasibles pienso
en
lo que represento como entidad física
en
mi tamaño, en el tiempo que tengo
soy
ridículo, intrascendente
una
vida efímera frente a eras geológicas
una
mosca de la fruta, que de manera patética
intenta
cumplir su propósito en las pocas horas
que
le han sido concedidas.
Y desde mi escala de ácaro de alfombra, de
bacteria despreciable
incapaz
de asimilar esa perpetua magnitud
comprendo
que en nuestra dimensión humana
el
pasado y el futuro no existen, sólo el presente es real
un
instante transitorio al que me entrego con anhelo
y
acepto mi destino mortal, la fugacidad de la mosca
y
dejo la eternidad para las rocas
mientras ellas, indiferentes, siguen intentando tocar el cielo.
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